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Es como el pincel con el lienzo, el aroma con las flores, el azul con el celeste: Natalia Marisa Oreiro (32) hace juego con La Habana. Tampoco resulta conveniente andar preguntando, exagerando incluso la metáfora, si La Habana nació para ella o ella para La Habana. De ninguna manera. Sin embargo, sí observamos cierta simbiosis de despojo entre ambas. “¡Me encanta!”, enfatiza la montevideana observando los alrededores de una ciudad que aún no se rindió ante la modernidad.>>>Mas
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