
Irán anunció ayer la prueba con éxito de un misil Shahab-3 modificado con un alcance de 2.000 kilómetros, capaz de alcanzar Israel y las bases estadounidenses en el golfo Pérsico. Es sin duda una señal de que el país está preparado para responder en caso de un bombardeo contra sus instalaciones nucleares, pero también un signo de que a sus dirigentes empieza a preocuparles un posible ataque israelí. A pesar de que el presidente, Mahmud Ahmadineyad, ha desestimado el riesgo de guerra, no pasa día sin que un responsable militar advierta contra las consecuencias de una agresión a la República Islámica.
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